Capítulo 3.

 *Narra _____*

Sentí como unas manos acariciaban mi cabello, abrí los ojos exaltada y allí estaba Adam, jamás me había sentido tan aliviada en toda mi vida... bueno, no que yo recuerde. Me paré y lo abracé, pero soltó un quejido.
-Lo lamento. -Me alejé.
-Me robaste la cama y mi oso de peluche. -Dijo fingiendo estar enojado, yo reí sentándome, más que aliviada.
-¿Cómo estás?
-Bien, me sacaron la bala rápidamente, dolió muchísimo. 
-¿No que eras fuerte? -Ambos reímos. -Cuéntame qué sucedió.
-Cuando nos separamos encontré al pequeño, un chico de más o menos dos años más que yo lo estaba por apuñalar, le grité y traté de golpearlo, pero sacó un arma del bolsillo y me disparó.
-Hijo de perra, lo encontraré y yo misma lo mataré.
-Ni te atrevas, no quiero que te pase nada como a mi, ahora estoy bien.
-¿Qué tal si te daba en el pecho? Me hubiera quedado sola y hubiera decaído... 
-Pero no fue así, ya, no seas tonta, vamos a dormir. 
-¿Qué? ¿Qué hora es?
-Las 23, en punto.
-Oh, bien, dormí demasiado. Oye, ¿puedo abrazarte? -Pregunté tímidamente, era algo común entre nosotros, jamás nos abrazábamos o saludábamos, simplemente un "hola" o "buen día" era suficiente cariño para nosotros.
-Claro, pero despacio con el hombro. -Me sonrió y extendió sus brazos con cuidado, me abalancé cuidadosamente sobre él y lo abracé sintiendo como una lágrima caía por mi cara, él estaba bien y éso es lo único que me importa ahora. Sequé la lágrima sin que se diera cuenta y me senté en mi cama.
-¿Dormimos? 
-Bien. -Volvió a sonreír y se recostó despacio en la cama, no había notado que tenía su pijama puesto ya. Lo imité y me tapé con la fría y sucia sábana.

  Ésa noche tuve un sueño muy raro... un hombre alto de cabello negro y ojos azules me observaba mientras dormía y acariciaba mi rostro, abrí los ojos y se sentó al borde de la cama.
-Hola, te extrañé. -Susurró con voz grave.
-¿Y tú quién eres?
-¿No me recuerdas? -Negué con la cabeza. -Pronto lo harás... -Besó mi frente y salió por la puerta.

-Oye, _____... -Sentí como movían mi hombro.
-Hmm... -Contesté muy adormilada.
-Niña, es hora de comer, ya, levántate de una vez. -Dijo Adam riendo, abrí un ojo.
-¿Puedo ir en pijama? -Volvió a reír.
-Claro que puedes, pero luego atente a las consecuencias.
-Bien. -Me levanté y ambos bajamos las escaleras rápidamente hasta llegar al living de la casa, donde ya todos estaban sentados comiendo desesperadamente como siempre. Dirigí mis ojos hacia el pequeño Tom y tenía los brazos cruzados, no había tocado el puré con carne y se veía pensativo, o depresivo, como siempre... Adam y yo nos sentamos uno junto al otro en dos lugares vacíos que encontramos. 
 Cuando acabamos de comer otra vez nos formamos en fila para que Frank nos contara. Cada vez que él hacía esto me sentía como si fuera ganado, animalitos a los que hay que contar para que no se escapen. Ésta vez estábamos todos. Subí hacia la habitación otra vez y como me habían ordenado acomodé la habitación, luego me dirigí hacia la de Tom, para darle una mano, toqué la puerta y se abrió en un segundo.
-Hola Tom. -Solamente levantó la cabeza como respuesta. -¿Te ayudo? -Asintió y entré. Cuando acabamos de limpiar ambos nos sentamos en la cama. -¿Qué tal tú? ¿Te sientes bien? -Se encogió de hombros. -¿Por qué no hablas? Sabes... la comunicación es muy útil, a mi me sirvió mucho. ¿Qué tienes en contra de la gente que quiere ayudarte? 
-N...nada, s...simpl...simplemente, n...no me g... gusta hablar... c...con n...nadie. -Tartamudeó.
-Te entiendo, pero te serviría mucho hablar con alguien, solamente quiero decirte que tienes mi apoyo, puedes contar conmigo aunque no nos hablemos jamás. -Me dirigió una media sonrisa, me paré, salí de la habitación y entré a la mía, donde Adam estaba sentado en su cama observando su camisa.
-¿Qué ves?
-Creo que tengo una mancha, pero no la encuentro. -Reí, tomé mi ropa de siempre y me cambié en el baño, salí y lo observé cautelosa. -Te vas, ¿no?
-Solamente un segundo, escuché que Frank salió a hacer las compras, nadie se enterará, por favor, cúbreme.
-Lo haré, pero tienes que dejar de hacer ésto. 
-Bien, gracias. -Besé su mejilla y salí disparada hacia la puerta, la abrí cuidadosa y lentamente y salí corriendo cuatro calles más hacia el callejón de siempre, donde James me esperaba para charlar o drogarnos... y allí estaba, como siempre muy dopado, me miró y rió.
-¿Qué?
-Te vez bien. -Reí y me senté a su lado.
-¿Y Juliet?
-Hace rato le robé a una vieja y tomé un taxi hacia allí, me dio esto. -Sacó dos jeringas de su bolsillo. 
-Eres genial. -Me entregó una junto a su pañuelo, lo até en mi brazo e inyecté la jeringa en mi vena... 

 Cuando se pasó un poco el efecto de la heroína me levanté y corrí hacia el refugio otra vez. No era tan tarde, eran las 8 de la noche... cuando llegué me camuflé por la ventana por supuesto, subí las escaleras y entré a la habitación, donde estaban tres policías buscando quién sabe qué entre las sábanas, corrí hacia afuera pero me choqué con el pecho de uno que me tomó de las muñecas.
-¡Suéltame! -Luché y logré escapar de nuevo por la ventana. Muy asustada volví a dirigirme hacia el callejón, pero James ya no estaba allí. Vi a un hombre de traje caminar por la calle rápidamente, lo paré y saqué la jeringa ya usada de mi bolsillo. -Dame todo tu maldito dinero ahora mismo o te inyecto y te mato. -Asustado sacó su billetera y quitó todo el dinero de ella, lo tomé y volví a correr por la estrecha calle, paré un taxi y le di la dirección de Juliet, en un momento estaba allí, toqué el timbre y salió rápido de la puerta, estaba con Marion...
-Hola...
-Hola, ¿qué quieres?
-La policía está en el refugio, tenía una jeringa en mi bolsillo entonces corrí y...
-¿Y qué? 
-Y le robé a un hombre.
-¿Me estás jodiendo maldita? ¿qué te dije sobre robar? 
-L...lo lamento, pensé que nos descubriría, estoy muy asustada. -Abrió la puerta y entré, me senté en el sucio sofá con mis manos sobre mis piernas.
-Mírate, estás hecha un asco, la droga te está matando, pareces una anciana. -Dijo Marion levantando mi rostro con su dedo.
-Ustedes me la dieron...
-Si, pero no para que te vuelvas adicta. -Me retó Juliet.
-No puedo vivir sin ella. 
-Claro que si, eres una idiota, por éso estás así, tienes que controlarte, ya no te daré más.
-¡¿Qué?! 
-Como escuchaste perra, no te daré más droga, si te mueres iremos a la cárcel. 
-Por favor. -Dije temblorosa.
-¡Que no! -Me dio una bofetada, me quedé callada y me recosté en el sofá. 
-Lo lamento. -Susurré.
-Como digas, iré a buscar la cena. -Contestó saliendo por la puerta junto con Mandy, Marion se acercó hacia mi, se sentó cerca de mis piernas.
-¿Como estás?
-Triste.
-Bien, creo que puedo ayudarte. -Tocó uno de mis senos, quité su mano y lo miré confundida.
-No me toques.
-Tranquila, solamente relájate. -Bajó su mano hacia mi trasero, me paré y me alejé de él.
-Dije que no me toques.
-Oh, aún drogada eres ruda, me gusta... -Corrió hacia mi pero me dirigí hacia su habitación y cerré la puerta con llave, me senté en el piso y comencé a sollozar.
-Ésta vida es una m*ierda, ¿qué hice para merecer ésto? -Escapé por la ventana y comencé a correr, todo era mejor que un maldito violador y la policía, de pronto me choqué con una persona que me miró extrañada, era una anciana. -L...lo lamento muchísimo. -Me paré y la ayudé a levantarse.
-No es nada cariño, ¿necesitas ayuda? -Comencé a llorar sin saber que hacía.
-Mi vida es asquerosa. -Me dio unos golpecitos en la espalda.
-¿Dónde está tu casa cariño?
-N...no tengo, no tengo casa.
-Ven acompáñame. -Me tomó de la mano y nos dirigimos hacia una linda casa amarilla, se veía acogedora, como de abuelita. Entramos y me sentó en el sillón, salió de allí y en un minuto trajo un pañuelo, me limpió la cara y me entregó un plato con sopa.
-Usted es la señora más buena del universo. -Dije dirigiéndole una media sonrisa.
-No es nada, me gusta ayudar a las personas... -Me sonrió y colocó un mechón de pelo detrás de mi oreja...